domingo, 28 de diciembre de 2014

Sin duda, si hay una época fácilmente identificable con solo echar una mirada a la moda, es la década de los 80. Aquellos maravillosos años para tantas personas que la vivieron desde dentro, donde observamos el contraste más absoluto entre una época y otra.
Una época de liberación, expresada en su máximo exponente por los jóvenes y adolescentes, que encuentran en la moda la manera de expresar sus sentimientos, su deseo de independencia e individualismo, sus ansias de libertad tras años de ciertas represiones, llevado siempre al extremo, ocasionando a menudo disputas y desacuerdo entre ellos y sus padres, que podían llegar a verlo como un escándalo.





Época de excentricidades por excelencia, de prendas superiores grandes y al mismo tiempo pantalones ceñidos que marcaban la tendencia. De paleta de colores vivos, brillantes, de neón, casi dolorosos a la vista. Cuanto más excéntrico mejor. Solían utilizar joyas de plástico, con variadas formas geométricas, grandes y de colores mezclados, que contrastaban enormemente con la estética de las joyas utilizadas por las mujeres de más edad, mucho más elegantes. 




La moda de aquellos años se vio muy influenciada por artistas y cantantes que expresaban mediante su música la misma rebeldía. Miles de jóvenes imitaban a sus artistas favoritos y usaban sus mismas ropas y peinados, entre los que podíamos encontrar melenas de leona, grandes cardados, coletas a un lado, rubios platino y laca, toda la laca del mundo.




Como prendas básicas, en el armario ochentero no podían faltar cazadoras vaqueras y de cuero, leggins (por aquel entonces mallas), minifaldas, vaqueros desgastados, camisetas XXL, medias de rejilla y pantalones ajustados.

El maquillaje no se quedaba atrás, marcados pómulos rosados, labios rojos, uñas largas y pintadas y sombras de ojos de colores tan vivos como la época en sí.

Estrellas internacionales como Madonna, Cindy Lauper, Brooke Shields y en el plano nacional, Alaska, se convierten en iconos de la moda y comienzan a ser imitadas por miles de adolescentes, que intentan crear su propio estilo siguiendo las tendencias que ven en la televisión y sobre los escenarios.




Comienzan a formarse agrupaciones o “tribus urbanas” y cobran auge aquéllas formadas en la década anterior. Grupos de jóvenes que comparten estilismo y forma de vida, entre ellos los estilos heavy, punk, hippie o rockero, introduciendo cada uno de ellos ciertas variaciones en sus vestimentas, pero sin perder la esencia básica ochentera.

En España, el movimiento contracultural conocido como La Movida Madrileña surge a finales de la década de los 70, pero encuentra su punto álgido durante los 80, fuertemente influenciado por la Transición Española y el cambio de gobierno. Sin duda, el fin de una era y el comienzo de otra, que se vio reflejado nuevamente en la música, el arte y por supuesto, la moda.




Pedro Almodóvar, director de cine y considerado máximo representante del séptimo arte de la época, dijo de ella:
“Hay un momento en que de pronto la gente pierde el miedo, a la policía, a los vecinos, a la propia familia, al ridículo, a uno mismo”. 



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